Salud

La desesperación impera por la escasez de camas UCI en esta segunda ola del COVID-19 en Perú

todayfebrero 4, 2021 237 21 5

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Los intentos por contener el avance del virus en el Perú se ven contrarrestados con el aumento masivo de casos graves y el agotamiento de las camas UCI. Alicia Abanto, responsable de servicios públicos de la Defensoría del Pueblo, señala que las personas tienen temor a morir en soledad en consecuencia de la situación de los hospitales. 

 

¿Cuál es el contexto actual?

Desde aquel 6 de marzo del 2020, día en el que el COVID-19 arribó al territorio peruano con su primer caso e hizo que el país entero entre en cuarentena, los rostros desolados, desesperantes y llenos de lágrimas han sido infaltantes en los pasillos y exteriores de los hospitales, policlínicos y centros médicos en general. La razón de estas personas puede resumirse en la frustración por no presentar mejoras en su salud, así como puede ampliarse por la serie de emociones que los consumen mientras no existe una atención adecuada. En este último punto, ¿Cómo lidia una persona que está o puede estar al borde de que el virus evolucione y siente que su vida no parece ser priorizada? Esta problemática que llegó en un abrir y cerrar de ojos al planeta y pisó territorio peruano poco tiempo después, tiene su punto de fuga en, quizás, una realidad cruda pero de la que estar pendiente es importante: la escasez de camas UCI.  

 

¿Qué son las camas UCI y cuál es su importancia en esta pandemia?

 

Las camas de Cuidados Intensivos (UCI) son usadas para la atención de pacientes por COVID-19, las cuales contienen monitores que evalúan cómo es la evolución del ritmo del corazón, la respiración, la saturación del oxígeno y la presión sanguínea, así como ventiladores que ayudan al infectado a poder respirar aún cuando se encuentra en una situación crítica. No garantizan una recuperación inmediata del infectado, pero pueden brindar un soporte para estabilizar al paciente, y apaciguar el llanto del mismo y sus familiares invadidos por la preocupación.  

 

¿Cómo es la situación actual de las camas UCI en el país?

 

De acuerdo al registro de centros de salud con camas UCI disponibles creada en el portal Open Covid- Perú, hasta el día miércoles 3 de febrero quedaban 8 camas UCI disponibles en todo Lima, pertenecientes al Hospital Nacional Docente Madre Niño San Bartolomé, Hospital Rezola y los Hospitales Nacionales de Salud del Niño de San Borja y Breña. Y en el plano nacional, 121 camas se encontraban disponibles en un país en el que hay más de trece mil hospitalizados. Con más de un millón ciento cincuenta mil casos de contagiados por COVID-19 y más de cuarenta y un mil fallecidos, según el Minsa (2021), el panorama es de emergencia y es de suma urgencia la implementación de más equipos para la atención de los infectados cuya gravedad de los síntomas haya empeorado. De este modo, las proporciones son totalmente irregulares y ha generado el colapso total a nivel nacional en esta segunda ola, y ¿de qué manera se puede calmar la desesperación de aquél que quiere velar por su salud en esta terrible situación?. En esta situación, las personas han tenido que autogestionar los cuidados de sus familiares desde sus hogares, exponiéndose a padecer el coronavirus. Alicia Abanto, adjunta de servicios públicos de la Defensoría del Pueblo, en una nota con el diario El País (2021), menciona que las personas temen a morir en soledad en los hospitales, y, en suma de la situación actual de los hospitales, optan por este proceso. Allí, buscan balones y concentradores de oxígeno para buscar una posible recuperación. Sin embargo, Abanto pone en tela de juicio estas medidas, debido a que considera que se debe recurrir a una oxigenación otorgada por la hospitalización y no tratarse solo.

¿La cuarentena ha influenciado en el comportamiento de las personas en el contexto actual de la escasez de las camas UCI?

 Pese al confinamiento que estableció el presidente de la república, Francisco Sagasti, el pasado 26 de enero para poder contener la ola de contagios en las distintas regiones del país, las personas no respetan el toque de queda y ello también es símbolo de preocupación. Aún hay familias que parecen no tomar importancia a esta segunda ola de contagios y continúan celebrando cumpleaños, como es el caso de una fiesta en Santa Anita el pasado lunes, como se puede percibir en un reportaje de América Noticias.  Asimismo, no es casualidad que Ciro Maguiña, vicedecano del Colegio Médico del Perú, haya señalado en una entrevista en radio Exitosa que esta es una “cuarentena chicha”, por la falta de rigurosidad en los primeros dos días de confinamiento. Luego, cabe la posibilidad de que nazcan más contagios, y la escasez de camas UCI llevarán a los nuevos contagiados a perder la noción de la tranquilidad por estar sus vidas en juego. Entonces, hablamos de una responsabilidad compartida de parte del gobierno, cuya velocidad para implementar los equipos necesarios no se ve reflejada, y de las personas, cuya negligencia en tiempos de la segunda ola de la pandemia genera más colapso del que hay, pese a las medidas dictadas. Así, ¿Cómo buscar una luz de esperanza en un camino en el que las dos partes no colaboran?, ¿de qué manera podría beneficiar la llegada de las vacunas si es que las camas y la cooperación del pueblo solo aumentaría el nivel de contagios? Ello recae sobre los sentimientos de la población, lo que ocasiona su imposibilidad de ser optimistas ante los contextos que se presentan.

 

El panorama ideal no muchas veces se cumple en contextos complejos donde las personas no contienen una paz interior; sin embargo, en medio de una pandemia sí es imprescindible que los principales centros de atención médica cuenten con un número alto de camas UCI y que las mismas personas cultiven un sentido de concientización para con las normas. Asimismo, el gobierno no debe reducir sus esfuerzos a realizar mensajes de la nación y hacer decretos; por contrario, hacer que las personas los cumplan es necesario para buscar una solución en tiempos donde ya la situación abruma a cualquier persona y la hace caer en el sendero del desconcierto. 

 

Written by: Johan Dianderas

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